Desde finales del siglo 16 la región de Urakami fue conocida como el lugar de propagación de la fe cristiana. Tras haber soportado largos años de persecusión, los cristianos que supieron conservar viva la llama de la fe fueron apilando uno a uno los ladrillos y, transcurridos 20 años, en 1914 se terminó de construir la Catedral de Urakami.
En el momento en que estalló la bomba, en la Catedral estaban dos sacerdotes y 24 fieles. Debido a la fuerza de la explosión el edificio quedó miserablemente destruido y momentos después comenzó a arder, muriendo abrasados todos los que se encontraban entre los escombros. De entre los cerca de 12 mil fieles que había en la zona de Urakami, se piensa que perecieron unos 8 mil 500.
Aquí se pueden ver unas estatuas de santos ennegrecidas por el calor de la bomba o dañadas por la onda expansiva de la explosión.